Hoy en nuestra Entrevista Gourmet descubrimos las pasiones gastronómicas y el lado más íntimo del Papa Francisco. Y lo hacemos de la mano de Juan Vicente Boo, corresponsal del diario ABC en el Vaticano desde hace ocho años y una de las personas más cercanas al pontífice. Recientemente ha publicado el libro El Papa de la alegría, en el que destaca cómo Francisco se ha convertido en un referente mundial partiendo de valores como la humildad o la sencillez.
¿Cuál es el plato favorito del Papa?
Pues la verdad es que es un hombre al que le gusta prácticamente todo. La comida italiana, por ejemplo, es una de sus preferidas.
¿Qué tal es su día a día en Santa Marta en cuanto a comidas se refiere?
Es curioso, porque en la residencia de Santa Marta las raciones a la hora de comer son muy grandes y él siempre se las acaba porque le da mucho reparo dejar comida en el plato. Por la noche, sin embargo, aprovecha que hay un autoservicio para prepararse una cena más ligera.
¿Y se atreve a probar de todo?
¡Ya lo creo! Y además nunca pide un trato especial a la hora de comer. Recuerdo una vez, durante un viaje a Filipinas, que en el avión sirvieron una especie de chorizo christorra muy típico de allí para todo el pasaje y él quiso probarlo como uno más.
Como buen argentino, le gusta mucho el mate…
Sí. Toma mate a todas horas, especialmente porque no le gusta el café. Dice que le ayuda mucho.
Además de un hombre de buen paladar, sabemos que Francisco es un excelente cocinero…
Es cierto, aunque lo es por obligación. Tuvo que aprender porque su madre quedó semiparalizada al dar a luz a uno de sus hermanos. Desde ese momento, siguió las indicaciones de su madre hasta que él mismo se convirtió en un notable cocinero, tarea que siguió desempeñando en sus años como jesuita.
¿Algún plato que se le dé especialmente bien?
Un pollo muy sencillo pero riquísimo, asado y relleno de mantequilla.
¿Y qué hay de su estilo de vida? ¿Practica el Papa algún deporte?
Pues le resulta imposible, debido a que una vez tuvo una infección en el pulmón y tuvieron que extirparle una parte. Él siempre cuenta que fue la enfermera que le atendió quien le salvó la vida, porque le subió la cantidad de medicación prescrita sin consultárselo a nadie. Al parecer, ella sabía más que el propio médico.
¿Y hasta ese momento?
Él era un apasionado de los tangos, le encantaba bailar.
¿Qué suele hacer en sus días libres?
Como su familia siempre fue muy humilde, él nunca tuvo vacaciones, no podía permitírselas. Por eso, cuando se supone que tiene descanso, simplemente pide que le aligeren la agenda de compromisos y se queda siempre en el Vaticano.
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