Cervecita, vinito, papas fritas, un heladito de postre… Seguro que solo leerlo hace que casi se te salten las lágrimas recordando los grandes momentos vividos en el verano que ya ha pasado. Pero, toca volver a la “normalidad” y a las rutinas horarias, laborales y también alimentarias, y lo mejor es tomárselo con filosofía y grandes dosis de optimismo y energía positiva. Y es que, la vida más allá de las vacaciones también puede ser muy satisfactoria y sin duda mucho más saludable. Por lo menos en lo que a la alimentación se refiere.
En verano relajamos nuestros horarios, nuestra dieta e incluso, los que hacen deporte, suelen dar manga ancha a sus entrenamientos. Unos hábitos no demasiado saludables que muchas veces se traducen en malestar gástrico, incremento de peso, grasa y de azúcar en sangre y retención de líquidos. Si es tu caso, tranquilo, porque todos estos males tienen los días contados si sigues nuestras pautas para recuperar los buenos hábitos alimenticios.Vuelta paulatina a la normalidad. Para superar el llamado “síndrome post-vacacional” no hay peor enemigo que las prisas. Necesitas una fase de adaptación y lo más aconsejable es que vayamos recuperando las rutinas, horarios y buenas costumbres alimenticias muy paulatinamente.
Los desayunos a las 12, las comidas a las 16 o las cenas a las 23 se han acabado. Lo ideal sería que unos días antes de volver al cole o al trabajo fueras ajustando poco a poco los horarios, pero, si ya no lo has hecho, intenta que el ajuste no sea drástico. Si te has acostado a la una de la mañana todo el verano, no pretendas volver y dormirte a las 22.30 porque, lo más probable es que empieces a dar vueltas en la cama y no pegues ojo en toda la noche.
Si estás decidido a desterrar los alimentos poco saludables, el mejor antídoto contra las tentaciones es la planificación. Elige platos saludables, nutritivos y ligeros y haz una lista de la compra con todos los ingredientes que vas a necesitar. Y, a ser posible, no vayas al super con hambre pues seguro que no podrás resistirte a añadir a tu cesta algún capricho.
Olvídate de comida rápida, fritos y precocinados. Es el momento de retomar nuestra súper saludable comida mediterránea tradicional, con ingredientes como las verduras, las legumbres, las carnes magras, el buen aceite de oliva y la fruta. La plancha, el vapor o el horno serían las cocciones más adecuadas para paliar los estragos del verano. Consumir al menos 600 gramos de fruta y verdura al día (3 piezas de fruta y 2 de verdura) debería ser uno de los primeros propósitos a cumplir en este nuevo curso.
Es la mejor manera de mantener activo nuestro metabolismo y no desfallecer entre comida y comida. Llegar muerto de hambre a comer hace que ingieras muchos más alimentos de los que necesitas y caigas en la tentación de premiarte un aperitivo o un postre cargado de grasas y azúcares.
Es el momento de ir ajustando paulatinamente las raciones, hasta hacerlas coherentes con las necesidades calóricas y nutricionales de nuestro cuerpo. Seguramente, los primeros días, te quedarás con sensación de hambre, pero, poco a poco, te irás acostumbrando y volverás a sentir sensación de saciedad tras las comidas.
Puede que este año no sea el más indicado, pero si has tenido la oportunidad de salir de tu ciudad o región y probar comidas típicas, diferentes y sanas… es el momento de que incorpores alguna de esas recetas a tus menús. La variedad y también los buenos recuerdos que evocarán paliarán la dureza de la vuelta a la rutina.
Que sigas una dieta saludable y ligera no está reñido con que, de vez en cuando, sucumbas a algún capricho. Es más, relajar la dieta una noche o durante los fines de semana, hará que sea mucho más llevadera y que emocionalmente estés mucho más preparado para seguirla el resto de la semana.
La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria recomienda entre 2 y 2,5 litros de agua al día. También puedes ingerir líquidos como zumos, infusiones o té.
El alcohol no solo está repleto de calorías vacías, sino que lleva asociados riesgos como patologías hepáticas o cardiovasculares. Por su parte, las bebidas carbonatadas producen hinchazón abdominal, flatulencias y molestias digestivas. Si además llevan azúcar, se convierten en uno de los peores enemigos de una dieta ligera y saludable.
Si durante este verano has dado “vacaciones” a tus entrenamientos o si tu actividad física se ha reducido al “levantamiento de codo”, es el momento de volver a hacer ejercicio. No solo te ayudará a recuperar la forma y el peso de antes del verano, sino que también te ayudará a afrontar emocionalmente la vuelta al trabajo, reduciendo considerablemente el estrés y la ansiedad que, en ocasiones, acaba en la “depresión post-vacacional”.
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