Si volver a la rutina y al trabajo es duro de por sí, cuando intentas meterte una falda o pantalón y se resiste a entrar, nuestro humor se torna todavía más complicado. Si éste es tu caso ¡que no cunda el pánico! Con un poco de paciencia, compromiso y fuerza de voluntad y siguiendo unos sencillos consejos, dejarás atrás los excesos veraniegos y sus consecuencias y recuperarás tu forma y línea mucho antes de lo que crees. Un proceso que será mucho más fácil y llevadero si descubres que una alimentación sana y nutritiva puede ser tan deliciosa como los pesados menús, aperitivos o comida basura que acostumbran a “poblar” nuestros menús en vacaciones.
Para comprobar que la afirmación anterior es totalmente cierta debes ponerte manos a la obra y cambiar el chip. Olvídate de la creencia de que “todo lo bueno engorda” y dale una oportunidad a las verduras, legumbres, carnes magras y pescados. Comprobarás que puedes elaborar recetas dignas del paladar más exigente, nutritivas y ligeras. De hecho, los chefs más reputados y con más estrellas Michelín basan sus propuestas gastronómicas en productos saludables y recetas equilibradas.
No pretendas perder en dos días lo que has ganado en un mes o dos. La mejor manera de conseguir y mantener tu peso ideal es perder los kilos que te sobren poco a poco. Y para que tu nuevo régimen no te pase factura psicológica, lo más aconsejable es que recuperes tus hábitos saludables de manera gradual. Si pasas de la relajada alimentación del verano a una dieta muy estricta, lo más probable es que te canses la primera semana y sucumbas a tentaciones que no te hacen ningún bien.
La mejor manera de no caer en esas tentaciones es no tenerlas en casa y la mejor táctica para conseguirlo es planificar detalladamente tus menús y solo comprar aquello que vas a necesitar para elaborarlos. Si haces un planning semanal de comidas variado y saludable, que también incluya pequeños caprichos, llegarás al supermercado con una lista cerrada y evitarás improvisar, cogiendo alimentos que nos alejan de nuestro objetivo de alimentarnos de manera saludable y equilibrada.
Si tienes dudas sobre qué comer y qué no, deberías saber que una comida equilibrada ha de incluir tres tipos fundamentales de alimentos: vegetales, proteínas e hidratos de carbono. Nuestro plato ideal estaría compuesto de un 50% de vegetales y el otro 50% lo dividiríamos a partes iguales entre las proteínas y los hidratos de carbono. Las grasas, que también son necesarias, aunque en pequeñas cantidades, las podemos consumir en forma de aguacate, frutos secos o aceite de oliva virgen extra para nuestros aliños.
Cómo has visto, las verduras han de suponer el 50% de la ingesta de cada comida. Cargadas de vitaminas y minerales, no contienen grasas y son una gran fuente de fibra. Nuestro consejo es que descubras la infinita variedad de productos de la tierra que podemos encontrar en nuestros mercados y lo deliciosos que pueden resultar. Además, en internet podrás encontrar infinidad de recetas, tan sabrosas, que te costará creer que estén elaboradas con vegetales.
Por otra parte, las frutas son perfectas para almuerzos, meriendas y snacks y en nuestro país contamos con tal variedad que es fácil encontrar aquella que nos deleite.
En muchas ocasiones tenemos la sensación de hambre cuando en realidad lo que tenemos es sed pero, aunque éste no sea el caso, lo que sí es indudable es que los líquidos pueden ser nuestro mejor aliado a la hora de engañar a nuestro estómago. Por otra parte, la hidratación te ayuda a eliminar toxinas y a adelgazar. Eso sí, olvídate del alcohol (solo en ocasiones especiales) y de las bebidas y zumos azucarados, y opta por zumos naturales, caldos y por supuesto, del mejor de los “bebibles”: el agua.
El cocinado de los alimentos también puede marcar la diferencia entre un producto saludable o uno nada beneficioso para nuestra salud. La premisa fundamental para aprovechar todos sus beneficios es evitar los alimentos fritos o precocinados y reducir al mínimo el consumo de sal. El mejor cocinado es a la plancha, horno o vapor. Y utilizar, solo si es necesario, una mínima cantidad de grasa en forma de aceite de oliva.
Además, si queremos que nuestras verduras conserven todas sus propiedades nutricionales, vitaminas, minerales y antioxidantes, no debemos cocerlas en exceso.
Nos lo repiten desde nuestra más tierna infancia, pero la realidad es que pocos son los que hacen caso a tan popular consejo: ¡mastica! Pues bien, si practicamos esta sanísima costumbre, no solo ayudaremos a nuestro estómago a hacer la digestión, sino que facilitaremos la pérdida de peso. Al comer despacio nos saciaremos con mucha menos comida que si engullimos a toda prisa.
Y por si todo esto fuera poco, la comida se convertirá en un momento de relax y disfrute, tremendamente beneficioso para nuestro ánimo, salud mental y bienestar.
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