Hoy en día podemos conseguir casi cualquier fruta o verdura, de cualquier parte del mundo y esté o no de temporada. Pero, lo cierto es que si queremos aprovecharnos de todos los beneficios que nos aportan estos productos, es fundamental que los consumamos cuando están en su momento perfecto y que, a ser posible, sean de proximidad.
No debemos olvidar que, más allá de las ventajas que éstos aportan a nuestra salud o de su inmejorable sabor, consumir productos provenientes de otros países o continentes tienen un gran impacto ecológico, por el propio transporte de esa mercadería que, además, tienen un impacto significativo en su calidad nutricional.
Por todo ello, este otoño te animamos a deleitarte con las deliciosas y super nutritivas frutas y verduras de temporada que se cultivan en nuestro país.
Puede que las frutas de otoño/invierno no sean tan coloridas o variadas como las de verano, pero en lo que a sabor y cualidades nutricionales se refiere no tienen nada que envidiarles.
Son las frutas de los meses fríos por excelencia. Naranjas, mandarinas o clementinas están en su momento perfecto. Dulces, carnosas, aromáticas y cargadas de zumo, son un regalo para el paladar y también para nuestra salud. Su alto contenido en vitamina C y antioxidantes las convierte en nuestras grandes aliadas contra catarros, gripes o constipados. Además, en el caso de la mandarina, también nos aporta vitamina B, fundamental para el buen funcionamiento de nuestro metabolismo y sistema nervioso.
Si todavía no la has consumido este otoño date prisa, pues en octubre y noviembre están en su mejor momento. Esta fruta está considerada como el alimento antiinflamatorio pos excelencia, ya que promociona grandes beneficios a nuestro sistema inmune y favorece el rejuvenecimiento celular. Contiene potasio, vitaminas C y B, polifenoles y flavonoides.
Si no sabes cómo utilizarla, te aconsejamos que la añadas a tu yogur o la incorpores a las ensaladas.
Aunque es una de las frutas más intemporales que hay, el otoño es, sin duda, su mejor temporada. Es el snack perfecto, por sus pocas calorías, lo que no le resta valor nutricional. Rica en antioxidantes, ayuda a reducir el colesterol y si la consumes con piel, es un excelente acelerador del tránsito intestinal. A todos estos beneficios se une su gran versatilidad. Podemos comerla tal cual, cortarla en trocitos y añadirla a nuestras ensaladas, hacer compota o asarla para preparar un delicioso y super saludable postre.
Están en su momento perfecto de sabor y nutrientes. En especial, las uvas negras son ricas en compuesto fenólicos como el resveratrol, que previenen el envejecimiento y son muy beneficiosos para nuestro sistema cardiovascular. De ahí la controvertida creencia de que el vino tinto es bueno para nuestro corazón…
Aunque podemos consumirlos a finales de verano, su momento de máxima maduración se da durante el otoño. Contienen potasio y vitamina B y aportan grandes cantidades de fibra. Eso sí, si estás a régimen, recuerda que tienen grandes cantidades de azúcar.
Las mejores variedades que podemos encontrar en otoño son la Comicio y la Ercolina. También cuenta con grandes propiedades antioxidantes, fibra insoluble, potasio y vitamina C. Su alto contenido en flavonoides nos ayuda a luchar contra el envejecimiento de nuestras células.
Los meses más fríos del año son los idóneos para consumir unas verduras que están cargadas de sabor, profundo y dulce, una sorprendente variedad cromática e innumerables nutrientes beneficiosos para nuestra salud.
Aunque hay variedades que podemos encontrar en otras épocas del año, en su versión silvestre las encontramos fundamentalmente en el otoño. Nos aportan proteínas, potasio, selenio, niacina, riboflavina, vitamina A y fósforo. De hecho, una ración de setas cubre el 20% de la ingesta diaria recomendada de este último mineral, fundamental para la formación de los huesos y los músculos. Se pueden consumir crudas, a la plancha, salteadas, en revuelto, cremas o salsas.
Su mejor momento comienza en octubre pero podemos disfrutarlas hasta abril. Su piel contiene antocianina y nasunina, dos nutrientes con un gran poder antioxidante. Además, su alto contenido en agua las convierte en una de las verduras más saciantes y su bajo contenido en calorías, las hace perfectas para cualquier régimen. Al horno, en pisto o a la plancha son una auténtica delicia.
Más allá de deleitarnos con su exquisito sabor, las alcachofas son un auténtico tesoro para nuestra salud. Además de sus propiedades diuréticas y depurativas, al ser muy ricas en fibra mejoran el tránsito intestinal. A la plancha, en salsas o en tortilla, son un imprescindible ingrediente en los menús de otoño.
El otoño es la estación perfecta para incorporar estas verduras a nuestra alimentación y aprovechar todos sus beneficios. En esta época alcanza su máxima frescura. Presenta hojas tersas y brillantes y las acelgas están repleta de vitaminas y minerales esenciales como el hierro, el potasio, el magnesio o la vitamina C.
Por su parte, las espinacas son conocidas por prevenir la anemia, regular los niveles de colesterol y controlar la hipertensión.
Esta excelente fuente de vitamina A, fundamental para la salud de nuestra piel y para disfrutar de una buena visión, es muy versátil y se puede utilizar tanto en platos salados como dulces. Además, también contiene grandes cantidades de vitaminas C, K y E, es muy rica en fibra, proteínas y carotenoides y cuenta con grandes propiedades antioxidantes.
El otoño es la mejor época para aprovecharnos de todos los beneficios del brócoli. Como el resto de crucíferas, aporta una gran cantidad de azufre, un componente fundamental de las proteínas. También es fuente fibra, potasio, proteínas, vitamina C y folatos. Según los expertos, es una de las verduras más útiles a la hora de protegernos frente al cáncer.
Pocos alimentos se asocian más a los meses más fríos que las castañas. Son fuente de fibra y de hidratos de carbono complejos y por tanto, son fundamentales para mantenernos en forma y llenos de energía. Además de ser muy saciante, también aporta fósforo, potasio y vitaminas del grupo B. Es recomendable almacenarlas durante siete días, tras su recolección o compra, para que disminuya su contenido en taninos y almidón y sus azúcares sean más asimilables.
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