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La dieta atlántica, todo un placer para el paladar que cuida tu corazón

De las bondades de la dieta Mediterránea ya nadie duda pero pocos conocen las muchísimas ventajas de su “hermana” del norte, la Dieta Atlántica. Esta dieta nace en Galicia pero se extiende por toda la franja cantábrica y muy especialmente desde Asturias hasta Portugal. Da protagonismo a pescados, mariscos, frutas y hortalizas, pero también incluye hidratos de carbono, lácteos, aceite de oliva y un consumo moderado de carne e incluso de vino. En definitiva, contiene todos los ingredientes necesarios para llevar una alimentación saludable y prevenir las enfermedades cardiovasculares, como así lo avala la Fundación Española del Corazón. De hecho, diferentes estudios defienden que podría reducir hasta en un 33% del riesgo de infarto de miocardio.

Las materias primas de esta dieta nos aportan nutrientes indispensables para nuestro organismo como las vitaminas, los minerales o los ácidos grasos omega 3 pero además, los métodos utilizados para su cocinado, apostando por una elaboración lo más natural posible, facilitan el control del exceso de grasas y que los alimentos conserven todos sus nutrientes casi intactos.

Éstas son, a grandes rasgos, las ventajas y las características de la Dieta Atlántica pero hoy queremos profundizar un poco más en esta opción de alimentación cardiosaludable.

 

  • El mar gana protagonismo. Se eleva el consumo de pescado (tanto de mar como de río) y mariscos (moluscos y crustáceos). La recomendación es que consumamos este tipo de alimentos al menos tres o cuatro veces por semana, en cualquier etapa de nuestra vida.

 

  • No escatimar en vegetales. De hecho recomienda que se coman en abundancia cereales, patatas y legumbres. Incrementar el consumo de estos alimentos nos aporta mucha fibra y nos ayuda a conseguir el perfil calórico recomendado, por una mayoría de nutricionistas, en el que un 50% de la energía total ingerida proviene de hidratos de carbono complejos.

 

  • Frutas y verduras también son protagonistas. Se recomienda la ingesta de una gran variedad de frutas, en especial manzanas y cítricos y en cuanto a las hortalizas, mejor si consumimos las de proximidad. Judías, pimientos, zanahorias, ajos, pimientos y repollo o berzas, grelos y nabizas no faltan en las recetas de la Dieta Atlántica.

 

  • Siempre aceite de oliva. A ser posible en crudo pero también para frituras y rebozados.

 

  • Lácteos a diario. Estos productos no solo son excelentes fuentes de proteínas de alto valor biológico, de minerales, como el calcio o el fósforo o de vitaminas, también las leches fermentadas están asociadas a los innumerables beneficios que aportan a la salud los microorganismos que equilibran la microflora intestinal.

 

  • Carne sí pero con moderación. Aporta proteínas de muy alto valor biológico, hierro y equivalentes de niacina, pero su consumo excesivo puede ser muy perjudicial para la salud. Por eso, esta dieta recomienda que, siempre que se pueda, se opte por las carnes magras y que estás se consuman acompañadas de verduras, legumbres o patatas.

 

  • Vino con moderación. Es fundamental beber muchos líquidos, fundamentalmente agua, pero el vino no está desaconsejado. De hecho, dados sus comprobados beneficios para la salud cardiovascular, esta dieta propone su consumo moderado y responsable y se aconseja que sea siempre con las comidas.

 

  • Preparaciones sencillas. Para conservar todas las propiedades, el valor nutritivo y la calidad de los alimentos, la Dieta Atlántica opta por el empleo de la cocción o la plancha sin descartar las frituras o el empanado, siempre que se fría con aceite de oliva.

 

  • Recuperar el placer de comer. Disfrutar de un buen rato con la familia o los amigos, en un ambiente relajado, en el que se pueda apreciar un delicioso menú, no sólo nos puede regalar un momento muy placentero sino que puede mejorar y mucho nuestra salud y calidad de vida, ya que es una auténtico antídoto contra el estrés.

 

Si  quieres aprovechar todas las saludables ventajas de la Dieta Atlántica solo te queda cumplir un último requisito: realiza alguna actividad física todos los días. Es el complemento indispensable de una alimentación saludable.

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