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La dieta mediterránea considerada la mejor dieta por quinto año consecutivo

Como cada mes de enero la publicación U.S. News & World Report llega puntual a su cita con la lista de las mejores y peores dietas del año y por quinto año consecutivo, la dieta mediterránea se ha alzado con el título a la “mejor dieta general”. Es decir, la mejor entre las mejores dietas de mundo. Para elaborar este ranking la prestigiosa revista ha contado con la participación de 27 reconocidos expertos en dieta, nutrición, obesidad, psicología alimentaria, diabetes y enfermedades cardíacas.

Las cualidades más apreciadas por los miembros del jurado para calificar las dietas son que sean flexibles, que no contengan una larga lista de alimentos prohibidos, que se centren en productos saludables, con muchas frutas, verduras y cereales integrales y que restrinjan el consumo de alimentos procesados y azucarados. Características que, sin duda, reúne la dieta mediterránea que se ha erigido, un año más, como la mejor y más recomendada entre 35 dietas de todo el mundo.

La dieta mediterránea

Con una puntuación de 4,2 sobre 5, su calidad nutricional, sus beneficios para la salud, su sostenibilidad a largo plazo y su efectividad en la prevención de la diabetes, la demencia o las patologías cardiovasculares son las cualidades que la han convertido, cinco años seguidos, en la mejor dieta a nivel planetario. Además de llevarse el primer puesto como la mejor dieta general, la alimentación mediterránea también lideró otras categorías como la de las dietas más fáciles de seguir, las mejores dietas para una alimentación saludable, las mejores dietas para la diabetes y las mejores dietas vegetarianas.

La dieta DASH

Siguiendo muy de cerca a la mediterránea, la dieta DASH se ha llevado la plata. Esta dieta consiste básicamente en seguir una alimentación rica en fruta, verdura y lácteos, reduciendo el contenido de grasas saturadas, azúcar y sal. También aconseja el consumo de cereales integrales, legumbres y frutos secos y de manera limitada, la carne y el pescado. Se diferencia de la mediterránea en que defiende el consumo de lácteos desnatados y los alimentos ricos en potasio, magnesio y calcio. Aporta grades benéficos a aquellos que deben reducir la presión arterial.

Dieta flexitariana

Podríamos decir que esta dieta es una dieta vegetariana pero flexible. En ella se priman fundamentalmente los alimentos vegetales, pero no se prohíben tajantemente carne o pescado. Es decir, se fomenta el vegetarianismo la mayor parte del tiempo, pero es lo suficientemente flexible como para permitir, por ejemplo, una hamburguesa de vez en cuando.

La dieta MIND

Es similar a la dieta DASH, pues se basa en un alto consumo de verduras, frutas y lácteos sin grasa, con un alto porcentaje en calcio, potasio y magnesio. También se aconseja un consumo moderado de cereales integrales, carnes magras y pescado. Esta dieta está especialmente recomendada para prevenir la demencia y paliar sus efectos en las personas mayores.

Dieta TLC

Esta dieta cierra el quinteto de honor de la lista de las mejores dietas. Está desarrollada por el Programa Nacional de Educación sobre el Colesterol del Instituto Nacional de Salud y se enfoca precisamente a esto, proteger la salud.

Dietas peor valoradas

La U.S. News & World Report también alerta sobre algunas dietas muy de moda y repetidamente publicitadas en las redes por influencers de todo el mundo pero que, según los expertos miembros del jurado, en absoluto son recomendables para la salud.

A pesar de sus innumerables y fanáticos seguidores, la popular dieta cetogénica (conocida también como la dieta “cero” o “Keto”) ocupó el último lugar del ranking de 35 dietas, justo detrás de la también archiconocida dieta Dukan.

Las dos dietas apuestan por la “cetosis”, un estado que se consigue al privar al cuerpo de los hidratos de carbono, la principal fuente de energía de nuestro metabolismo. De este modo, comenzamos a quemar las grasas que son la siguiente reserva con la que contamos. Para conseguirlo, se restringe la ingesta de carbohidratos a niveles que los expertos consideran altamente peligrosos para la salud y completamente insostenibles en el tiempo. Entre sus efectos secundarios se observan dolores de cabeza, náuseas, mareos o fatiga, fundamentalmente al principio. Pero sus consecuencias nocivas para la salud van más allá. Al enfatizar en los niveles de proteínas, grasas y lácteos (generalmente cargados de grasas saturadas) puede facilitar la aparición de enfermedades cardiovasculares y otras patologías crónicas.

Otra de las dietas peor valorada ha sido la dieta GAPS. Teóricamente, su objetivo es mejorar la microbiota intestinal y para ello prescinde de los cereales, carbohidratos refinados, los azúcares, los alimentos procesados o verduras como el almidón. Según los expertos, si bien tiene aspectos positivos, su principal defecto es que es demasiado restrictiva y prohíbe alimentos fundamentales para una nutrición equilibrada.

La abundancia de reglas y restricciones también ha llevado a la dieta Whole30 y a la dieta AIP (dieta del protocolo autoinmune) a los últimos puestos de la clasificación. La primera restringe totalmente las principales fuentes de hidratos de carbono y la segunda busca reducir la inflamación, prohibiendo una gran cantidad de alimentos, para observar los efectos que causa frente a las enfermedades autoinmunes. Un objetivo digno de alabanzas pero que, según los expertos, cuenta con poca evidencia científica pero sí, por el contrario, con muchos efectos nocivos para la salud.

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